Wednesday, January 18, 2006

Debra y su Familia Chilena


"El año pasado, mi familia recibió una chica de Colombia como estudiante de intercambio. Se llama Juliana, y vivió con nosotros para siete meses. Es como mi hermana, porque llegamos a ser muy cercanas. Ella era como un miembro de la familia, pasando tiempo con todos los parientes. Ella aprendió mucho de la cultura en los Estados Unidos, y al fin habló inglés perfectamente.

Cuando decidí hacer un intercambio, originalmente quería una experiencia como la de Juliana. Quería vivir con una familia como una hija y hermana, siendo parte de su familia y sus vidas. Sabía que por un experiencia así, aprendería muy bien el idioma y la cultura. La cultura es algo que no se puede aprender en una sala de clase, porque hay que ver como se vive la vida diaria, como son las relaciones, que tipo de actividades se hace. Quería vivir una vida chilena.

Olvidé este objetivo un poco cuando empecé oír de todos los viajes que podría tomar mientras estaba en Chile. Cuando me di cuenta que tuviera cada viernes libre y que las clases no requirieran mucho trabajo, me enfoqué más en la idea de viajar, de conocer lugares nuevos. Viajé al norte durante las fiestas patrias y a Mendoza para un fin de semana larga, cuando el lunes fue feriado. Pero después del viaje a Mendoza, me di cuenta que perdía mucha de la experiencia que había querido al principio, porque estaba con mi familia y amigos muy poco, y cuando viajé con los otros estudiantes de intercambio, siempre hablamos en inglés, así perdía práctica de hablar español también.

Me recuerdo un fin de semana específica cuando decidí pasar más tiempo en conocer gente que en conocer lugares. No hice nada que fue muy emocionante, pero pasé tiempo con mi mamá y hermanita chilena y con mis amigos acá, yendo al cine y a la arcada para jugar ping pong. Me divertí mucho más en ese fin de semana que en los viajes que había tomado. No es que no disfruté mis viajes; es que cuando tengo relaciones y amistades en mi vida, me siento mucho más feliz. Después de ese fin de semana, decidí pasar más tiempo acá en Viña y menos tiempo viajando. Recordé mis ideas del principio y como quería una experiencia como la de Juliana cuando vivió con mi familia.

Me gustó mucho la semana cuando todo el mundo se fue de viaje, porque el martes estaba feriada. Emily y yo fuimos las única gringas que se quedaron acá, y nos divertimos mucho. Pasamos mucho tiempo en la oficina, y porque no había muchas clases, pudimos hacer cualquier cosas. También fui a Santiago con mi mamá y hermanita para buscar un vestido para la quinceañera de Marivi. Si hubiera viajado, habría perdido la oportunidad estar parte de los planes de la quinceañera. Porque no había muchos otros extranjeros, me sentía más como vivía una vida chilena, y me hizo muy feliz.

En mi casa, hay una tradición de ver televisión cada noche en la pieza de mi mamá. Después de terminar su tarea, Marivi entra en la pieza con una colación, y cuando termino mi trabajo, voy con ellas. Cuando se duerme Marivi, mi mamá apaga la luz y me voy a mi pieza para acostarme. Al principio, no me gustó hacer eso. Me sentía muy floja y quería hacer algo en vez de sentarme en la cama y ver televisión. Pero después de uno o dos meses, mi opinión cambió, y vi la tradición como una oportunidad estar con mi familia para que nos divirtamos juntas. Podemos burlar los programas que vemos, y muchas veces Marivi y yo nos burlamos o nos hacemos cosquillas. Es muy entretenido, y me gusta el tiempo que pasamos juntas en la pieza de mi mamá. Me hace sentirme como parte de la familia. Lo que me molestó al principio ahora es algo que me gusta mucho y que no quiero perder. La televisión ahora representa mi oportunidad de estar parte de mi familia chilena y vivir su vida. "